El problema no son tus fotos (aunque duela admitirlo)

Hola,

lo veo cada semana: fotógrafos con trabajos espectaculares, buen ojo, buenos equipos…
y, sin embargo, con un negocio que tiembla al primer susto.

Una mala temporada, un cliente que se cae, un imprevisto personal… y todo el castillo se tambalea.

Con el tiempo he observado que muchas veces el problema no está en las fotos, sino en los cimientos del negocio: procesos, experiencia de cliente y básicos que nadie nos enseñó a cuidar.

Te cuento tres cosas que se repiten una y otra vez.

1. Todo está en la cabeza del fotógrafo (y eso es muy peligroso)

Muchos funcionan así:

  • Reservas duplicadas y malentendidos de agenda.
  • Cada cliente entra por un canal diferente y se responde “cuando se puede”.
  • Mala gestión de los cobros.
  • Fotos que se entregan tarde y mal.

Mientras hay poco trabajo, puede funcionar.
Cuando las cosas se complican o el volumen sube, aparece el caos.

Un negocio sano necesita procesos sencillos y repetibles: qué pasa cuando entra un cliente, cómo reservas, cómo cobras, qué envío haces después de la sesión…

No tiene que ser perfecto, pero sí siempre igual.

 

2. La experiencia del cliente no está a la altura de tus fotos

Este punto duele.

Puedes entregar un trabajo precioso, pero si todo lo que rodea a esa entrega es confuso, lento o incómodo, el recuerdo que queda es regular.

Algunas señales que veo mucho:

  • Webs que al fotógrafo le dan vergüenza enseñar.
  • Galerías complicadas de entender para el cliente.
  • Mensajes que tardan días en contestarse.
  • Procesos de compra que parecen un laberinto.

El cliente no sabe de técnica ni de edición.

Lo que siente es si fue fácil o difícil trabajar contigo.

Muchas veces, mejorar pequeños detalles de la experiencia del cliente tiene más impacto en el negocio que comprar otra lente.

 

3. Se cuida la cámara, pero no los números

Otro clásico:
se conoce al detalle el equipo que se usa, pero no
cuánto cuesta realmente cada sesión.

Y sin saberlo, es casi imposible:

  • Fijar precios que de verdad sostengan tu vida.
  • Decir “no” a lo que no compensa.
  • Planificar el año con algo de tranquilidad.

Un negocio frágil es, muchas veces, un negocio que no sabe si gana o pierde dinero.

No hace falta convertirse en contable, pero sí tener claros cuatro números básicos:
cuánto entra, cuánto sale, qué servicios son rentables y cuáles no.

 

No se trata de trabajar más, sino mejor

Veo a muchos fotógrafos agotados intentando “hacer más”: más redes, más sesiones, más horas.
Y quizá el siguiente paso no sea hacer más, sino
ordenar mejor lo que ya hay:

  • Poner por escrito el recorrido de tu cliente. Por ejemplo:
    web/redes/WhatsApp/teléfono → formulario → reserva → contrato → fotos y vídeo → selección de imágenes → entrega → factura → cobros → seguimiento.
  • Revisar si la experiencia online que das está alineada con la calidad de tus fotos.
  • Mirar tus precios y propuesta de servicios con honestidad, aunque incomode.

Tus fotos pueden ser el techo de tu negocio, pero los procesos y la experiencia de cliente son el suelo que hace que no se hunda.

No te escribo esto para asustarte, sino al contrario, para motivarte.
Si con esto que te cuento consigo que al menos pienses un poco en cómo organizas tu negocio, ya habrá merecido la pena.

Me encantaría saber cómo lo ves tú.
¿Sientes que tu negocio es sólido o más bien de cristal?

Te leo.

Un abrazo,
Félix Mezcua
CEO de Arcadina

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